Al menos dos militares que patrullaban en un camino secundario en Michoacán, murieron al pasar por dos narcominas, cerca del municipio de Tepalcatepec.
La emboscada al convoy militar, en el que se sumaron efectivos de la Guardia Nacional, se reportó el pasado 20 de enero; sin embargo, ninguna autoridad federal ha informado de manera oficial sobre lo sucedido.
En un video se observa la explosión de una de las minas colocadas por el crimen organizado en una brecha.
En la grabación sale volando un militar por la detonación del artefacto explosivo.
Poco antes, un vehículo Sandcat también había pisado una mina, y aunque la explosión volcó la unidad, el personal que viajaba dentro salió ileso.
El vehículo militar con número económico 0812571 quedó prácticamente destruido.
”Íbamos a un punto que nos mandaron ahí (de apoyo), de unos monstruos (vehículos blindados de manera artesanal por los grupos criminales), ahí iba un capitán del 17 Batallón en el Sandcat, el Sandcat iba de uno (cabeza de convoy) y activó la mina que lo desmadró”, narró un militar sobre la emboscada.
”Todo el chorizo (el convoy) se paró para ver qué pedo y es donde la camioneta de la GN graba el video donde el morrito de los artilleros sale volando”.
Se indicó que el Capitán quedó sordo de un oído por la explosión de una de las minas.
Los elementos castrenses realizaban un patrullaje en los límites de Jalisco y Michoacán.
Cerca del punto de la agresión, sobre un trayecto de brecha, el mapa muestra un campamento del “Cártel Abuelo”, en el lado de Jalisco.
Ese apodo lo lleva Juan José Farías, presuntamente vinculado a un grupo criminal y quien se sumó a las autodefensas en 2013.
El crimen organizado expandió el uso de narcodrones modificados para aumentar el terror e intimidación contra la población, autoridades y rivales, además de que también incursionó en la fabricación de ojivas para armas de alta letalidad.
La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) registró un auge en el hallazgo de explosivos de fabricación “casera”, principalmente en Michoacán, Guerrero, Jalisco y Zacatecas, donde la delincuencia azota a los productores con el cobro de piso.
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